Por Javier Peláez/Cuaderno de Ciencias
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En la década de 1940 ocurrió algo inusual en una institución mental del estado norteamericano de Maryland. Dos mujeres, pacientes de aquel hospital psiquiátrico, se encontraron casualmente en los pasillos y entablaron conversación. Lo interesante de aquella charla fue que ambas sufrían esquizofrenia, con el añadido particular de que las dos creían ser la Virgen María…
Ante la incómoda situación de dilucidar quién de ellas era realmente la Virgen María, las dos mujeres charlaron, largo y tendido, sobre lo equivocada que estaba la otra sobre su personalidad. Los trabajadores del centro las observaron atentamente durante el tiempo que duró aquel debate, asistiendo atónitos a la retahíla de argumentos que cada una de ellas exponía en su defensa.
Sin embargo, algo sorprendente ocurrió en un momento de la conversación… Una de ellas, tratada durante años sin éxito de su esquizofrenia, se paró a pensar y dijo:
Bien, es posible que tú seas la Virgen María, así que, como yo soy más vieja, ¡debo ser Santa Ana… tu madre!
Los doctores se quedaron anonadados. Aquella paciente había estado recluida durante mucho tiempo en el hospital y ninguna de las terapias había conseguido hacerle cambiar de opinión sobre el tema. Aun así, delante de sus propios ojos, la paciente había renunciado a su creencia de ser la Virgen María tras encontrarse con otra mujer que también afirmaba serlo. Bien es cierto que cambiar a la Virgen por su madre Santa Ana, no parece un gran cambio si tenemos en cuenta las circunstancias, pero es un cambio, al fin y al cabo…
State Hospital Ypsilanti